The Hunter (El cazador) de Richard Stark Cap 2 (1 de 8)

Chapter 2

Parker closed the door behind him, and waited for the girl to get up off the floor. She looked up at him and her face went very white, and against the whiteness flared the ugly red mark where he had hit her.
She breathed his name and he said, "Get up. Cover yourself." He sounded disgusted. She didn't have anything on under the blue robe, and when she'd fallen the robe had dropped open below the waist. Her belly was white, but her legs were golden brown.
"You'll kill me," she said. There was no strength in her voice at all. It had the dull echoless quality of hopeless fear.
"Maybe not," he said. "Get up. Make coffee." He kicked her ankle gently. "Move it."



 Capítulo 2

Parker cerró la puerta tras de si y esperó a que la chica se levantara del suelo. Ella le miró desde abajo y su rostro estaba muy blanco, y sobre esa blancura destacaba una fea marca roja donde él la había golpeado.
Ella susurró su nombre y él le contestó, “Levántate. Cúbrete.” Parecía disgustado. Ella no llevaba nada bajo la bata azul, y cuando cayó, la bata se le había deslizado por debajo de la cintura. Su vientre era blanco pero tenía las piernas bronceadas.
“Me vas a matar,” le dijo. No había fuerza en su voz que tenía un matiz sordo y apagado de desesperado temor.
“Puede que no,” dijo. “Venga. Haz café.” Le dio una suave patadita en el tobillo. “Muévete.”


She slid backward along the floor, then rolled half over, her blond hair falling into her face, and struggled shakily to her feet.
At one point, she was bent far over, her back to him, palms and knees on the floor. He looked at her, and felt a sudden physical desire, like a knife twisting low in his abdomen. He leaned forward and smacked her backside instead. It didn't help.
He watched her. She straightened, keeping her back to him, and adjusted the robe, then walked through the apartment to the kitchen. He followed her.


Ella se arrastró hacia atrás por el suelo y rodó sobre si misma y su rubia melena cayó sobre su cara e intentó tambaleante ponerse en pie.
En determinado momento, ella quedó a cuatro patas dándole la espalda. Él la miró y sintió un súbito deseo físico, como un cuchillo hurgándole lentamente en su abdomen. Se inclinó hacia adelante y le dio una palmada en el trasero. No le sirvió de nada.
Él la observó. Ella se enderezó todavía de espaldas a él, se arregló la bata y luego, atravesó el apartamento hasta la cocina. Él la siguió.